Es temucana, tiene 30 años y se ha convertido en ilustradora estable de una sección del New York Times, además de colaborar frecuentemente para The New Yorker, The Washington Post, The Telegraph y de tener como clientes a Lyft, Apple y Gucci, entre otras marcas. Portadas de libros ha ilustrado muchas, recientemente se encargó de la reedición de varios títulos de Alberto Fuguet por Tusquets, sello de Planeta, y de “Ciertos chicos”, la última novela del escritor chileno. “Esto es como ser un deportista de alto rendimiento. Tengo mucho miedo a la decadencia”, dice sobre su intenso ritmo de trabajo.

Creció en el campo cerca de Temuco. Hasta los 19 años a Santiago había ido una vez. Después de un intercambio en Canadá, entró a estudiar Ingeniería, pero luego se cambió a Diseño en la UC y tomó un Minor de arte. Su familia no tiene ninguna conexión con el arte, explica María Jesús, conectada a la conversación desde Miami.

“Lo más artístico en mi familia es inventar cosas para arreglar las máquinas en el campo, yo pintaba atrás de los calendarios de insumos veterinarios que le pasaban a mi papá. El único museo que había en Temuco en esa época estaba en la Plaza de Armas y olía a humedad. Pero yo era full computina, me encantaba estar en el computador y ahí veía referencias, en Fotolog y dibujando. Hasta el día de hoy creo que soy un poco ignorante en comparación con artistas de otros contextos familiares. Yo era como la oveja negra de mi familia, siempre rebelde”, comenta.

Tiene una hermana mayor que es doctora y una menor que estudia Derecho, cuenta. También confiesa que las entrevistas la ponen nerviosa, que no le gusta exponerse ni mostrarse mucho: “Soy muy niña rata, paso por lo menos 14 horas al día dibujando. Cuando la gente me pregunta cómo logré llegar aquí, es porque la cantidad de horas que le dedico es poco compatible con la vida. No soy buena con las cosas sociales, tengo mi grupo de amigas, pero me cuesta sociabilizar. Entonces me dedico a dibujar y tengo principalmente interacciones mediadas por una pantalla. También siento que mi humor no es tan bienvenido en persona, pero me di cuenta de que haciendo esto era más aceptada, por así decirlo. Es solitario, pero al menos estoy usando la energía para algo útil”. 

Retrocede a su etapa universitaria para explicar que trabaja desde muy joven. Sus padres no estaban muy contentos con su decisión de estudiar Diseño y la mesada que le daban le alcanzaba para poco en Santiago, entonces desde que estaba en segundo año comenzó a trabajar. Primero tomando ayudantías; había días que tenía sus ramos de diseño, los de arte y tres ayudantías.

“Hasta de teología fui ayudante. Y me acostumbré a este ritmo. Siempre estuve trabajando, nunca más paré”. Cuando se tituló ya tenía varios encargos laborales: diseñar la etiqueta de un vino, retratos por encargo, un dibujo de regalo de cumpleaños.

Trabajó de manera fija como diseñadora en una viña, y como era rápida, su tiempo libre lo ocupaba dibujando. Era el trato que tenía con su jefe. Algunos de sus dibujos los publicaba en su cuenta de Instagram. “Un día me llegó un correo de WeTransfer: ‘Eres de nuestras artistas favoritas en Latinoamérica. Nos encantaría poner tus fondos en nuestra web por un mes’. Yo: ‘¿Esto es estafa o es real?’ Eso lo ven unos 5 millones de personas al día y tienen un equipo de curadores bacanes que selecciona las obras”.

Después de aparecer en la interfaz del masivo sitio de descargas, la entrevistaron de It´s nice that, prestigiosa plataforma de ilustración inglesa: “Ahí ya vino una bola de nieve de encargos y tuve que renunciar a mi pega”. Eso fue un poco antes de que empezara la pandemia, sitúa. Tenía 26 años.

“Un par de meses después me contactaron del The New York Times y les dije que iba a ser capaz de hacer cualquier cosa que ellos me pidieran. Te voy a ser honesta, soy muy ambiciosa y para mí siempre ha sido: voy a ser la mejor en esto. Voy a poner a Chile allá arriba. Me puse brígida: trabajaba, trabajaba, trabajaba. No sé cómo mi pololo y mis amigas me aguantaron. Me puse a trabajar con el Times y se empezaron a pasar el dato entre los directores de arte: ‘Esta chica si le mandas un encargo a las 3 am es capaz de tenerlo listo a las 6 am’. Me empezaron a llegar pedidos a cualquier hora. Y soy la más rápida que puede haber, de eso estoy segura. El Times me ha dicho varias veces que soy su ilustradora más rápida. Y eso me enorgullece”.

María Jesús ilustra hace tres años la columna de opinión The morning newsletter, que circula todos los sábados am en el medio neoyorkino. “Soy casi la única ilustradora que tiene su propia columna. Trabajo freelance, pero ya soy fija, ha cambiado el equipo editorial y yo sigo. Creo que nunca he fallado, puedo estar de fiesta en un matrimonio y lo voy a lograr igual”. Los textos se los mandan generalmente los miércoles y en 48 horas debe entregar la ilustración. Al principio la dirigían y le daban indicaciones, pero ya no es necesario.

“Tengo una aplicación que me lee los artículos, entonces estoy permanentemente escuchando información. Esta semana tengo que entregar portadas para dos libros y los voy escuchando mientras hago otras cosas. Todo el día escucho reportajes, artículos, a veces sé las noticias antes de que pasen porque en la columna de opinión hablan de cosas que están a punto de explotar”.

La jefa

Ese es sólo uno de sus muchos trabajos. Tiene varios clientes estables además del The New York Times: la empresa Lyft, el New Yorker, el Washington Post, The Telegraph, entre otros medios. “Y la novedad este año es que estoy trabajando con Apple y para Gucci, que ya son otras ligas. La gente que me ve de afuera pensará: ‘Qué artístico, qué bohemio’. Pero en verdad esta es una empresa y yo la trato como tal. Cuando me llegó esta solicitud del Diario Financiero, dije que sí porque es igual que cualquier otro negocio”.

-En esta empresa tú eres jefa y empleada.
– Sí, y soy jefa tirana (ríe).

Para cobrar los trabajos usa otra cuenta de correo donde figura como “equipo de contabilidad”, confiesa riendo. Como empresaria le ha ido bien. “Soy del campo, ahí dicen que si tienes un pedazo de suelo, tienes algo”. Como no sabe invertir en otra cosa, relata, con el dinero que ha ido ganando se compró un departamento en Santiago, otro en Miami y piensa adquirir un tercero en Japón, país que le fascina, que visitó una vez durante un par de meses y donde le gustaría vivir en un futuro.

Su trabajo tiene una marcada influencia oriental, un look que evoca a los dibujos animados de los años 80 ó 90. “Es de geek”, afirma. “La cantidad de horas de animé, Internet y redes sociales, al final algo inspiran. El animé influyó mucho a mi generación. Somos super otakus”, sostiene riendo.

Su veta pop y estética vintage también destaca en las cinco portadas que realizó por encargo de Tusquets, sello de editorial Planeta, para la reedición de cuatro títulos de Fuguet: Por favor, rebobinar, Mala onda, Sobredosis y Tinta Roja, además de su reciente lanzamiento Ciertos chicos. “Mi favorito fue Sobredosis, me encantó ese libro. Me dieron mucha libertad en Planeta. Antes trataba de evitar trabajar con Chile, por la exposición y porque sentía que no aportaba mucho”, admite la ilustradora.

Comenta que el año pasado también le encargaron hacer la portada para La caída de la casa Usher de Edgar Allan Poe, como parte de una reedición del autor por parte de Penguin Inglaterra.

“Me da risa porque la gente no me conoce en persona, pero siempre me llegan encargos entre divertidos y oscuros. Me imagino que mi trabajo transmite esa parte más dark. Como los libros de Poe, o los de Fuguet, que son urbanos, algo oscuros, también pop. Me sentí muy cómoda con ese encargo y también conmigo misma porque al final paso tanto tiempo con mi trabajo que sentir que alguien me entiende a través de él, es como: ‘Uff qué bueno que son capaces de aceptarme como soy’”.

Alto rendimiento 
-¿Estás consciente de que casi todo ilustrador soñaría con ocupar tu lugar?
-Sí y también por eso lo tomo quizás con tanta responsabilidad. Me gustaría disfrutarlo más, pero siento que el peso de los sueños de mucha gente está encima mío también. Cómo voy a desperdiciar una oportunidad que tiene una persona en quizás cuántas.

-¿Sientes que hay un punto en el que vas a poder darte el lujo de elegir hacer los encargos que más te fascinen y bajar un poco el ritmo?
-No. Me gustaría que pasara, y eso lo estoy trabajando ahora con terapia. Pero esto es como ser un deportista de alto rendimiento, algo que quizás en el mundo del arte no es tan bien visto, pero yo me crié en el campo con mis papás que eran muy esforzados, que se levantaban muy temprano y se enfrentaban a la naturaleza siempre incierta.

-Hija del rigor.
-Absoluto.
-¿Algún encargo que te haya costado? ¿Algún cliente difícil?
-Yo creo que el cliente más difícil es uno mismo. Soy bien masoquista para la crítica, me gusta literalmente el latigazo, me da vida, me dan ganas de hacerlo mejor. Cuando la gente me pregunta qué me trajo aquí, no es el talento, es literal la cantidad de horas que le dedico.
-¿No te da miedo colapsar? 
-No, porque tendría que fracturarme la mano o algo así. Estoy muy protegida, tengo una familia bacán, mi pareja es bacán, mis amigas son bacanes, sólo siento apoyo de parte de ellos. Esto es una oportunidad en la vida, quizás a los 35 voy a pasar de moda.

-Se repite la figura del deportista de alto rendimiento. 
-Sí, es que no sé si los artistas se saben reinventar tan bien. La gente me da ejemplos de carreras largas, pero yo pienso que generalmente el primer disco fue el bueno y el resto ni tanto. Yo no quiero llegar al punto de ser esa persona. Prefiero retirarme en lo alto y después desaparecer. Tengo mucho miedo a la decadencia. Me despierto todos los días pensando que no me va a llegar nunca más un correo. Esa es la ansiedad más grande que tengo: que me olviden. O que me reemplace la Inteligencia Artificial, y eso igual ya está pasando.

-¿Sientes muy cerca esa amenaza?
-Me crié en la tecnología y amo la tecnología. Siento que si la tecnología me quiere reemplazar, era mi turno. No voy a ser esa persona que se pone a pelear con la web. Trato de vivir el día a día en ese sentido y también uso inteligencia artificial para redactar textos, porque soy medio disléxica para escribir. Quizás los ilustradores debemos enfocarnos más en el proceso, he visto muchos artistas que publican videos con su work in progress, yo todavía no lo logro porque tendría que exponerme mucho a mí misma. Una vez un profesor me dijo: ‘Los artistas no deberían hablar. Deberían ser mudos. Interesa su obra, no lo que tengan que decir’. Quedé muy marcada con eso porque me hizo algo de sentido. En mi Instagram trato de no aparecer. Y prácticamente todo lo que publico son los dibujos que hago por gusto, de las pegas publico como un 3%. Hoy he hecho 7 dibujos de pega y no voy a publicar ninguno.

Fuente: https://dfmas.df.cl/capital/cultura/maria-jesus-contreras-ilustradora-soy-muy-ambiciosa-voy-a-ser-la